domingo, 17 de enero de 2016

¿Para qué sirve la filosofía?

LA UTILIDAD DE LA FILOSOFÍA


La filosofía, centro de numerosos debates en torno al ámbito académico, tiene una profunda ambigüedad acerca de su verdadera utilidad.

Ahora bien, para comprender si la filosofía es realmente necesaria o no, debemos ahondar en su propósito; es decir, en los objetivos que busca dicha disciplina.

Para ello, hace falta contestar a una simple pregunta: ¿qué utilidad práctica puede aportar los conocimientos y estudios sobre el origen y la naturaleza última de las cosas?

En términos generales, esta enseñanza carece de una finalidad propiamente dicha. No obstante, es ahí donde radica su trascendencia. La filosofía (amor a la sabiduría), responde al deseo de saber. Este deseo es innato en la naturaleza humana, pues ya desde temprana edad nos preguntamos acerca de por qué o para qué son las cosas que nos rodean. Todo ello está vinculado a esa capacidad de asombro y racionalidad que nos permite distinguirnos y elevarnos de los animales y el resto de seres mundanos, pues éstos últimos sólo se interesan por el medio en el que viven si este les va a beneficiar o perjudicar de algún modo. Por ello, se dice que la filosofía es uno de esos saberes que son fines por sí mismos, esto es, que contribuye al cultivo del espíritu y el desarrollo civil y cultural de la humanidad, y da valor y sentido a la vida.

Así pues, el hombre, ‘‘asombrado’’, aspira al conocimiento mediante la contemplación del mundo, reconociendo su propia ignorancia -que, junto al deseo de saber, parten de uno mismo-, para huir de ella. Y llegados a este punto, la filosofía actúa como una herramienta que proporciona diversas formas de interpretar la realidad y dar respuesta a los grandes interrogantes del ser humano.

La filosofía, como contemplación pura, promueve e ilumina el entendimiento. Y de este modo, nace el espíritu crítico, necesario para poder descartar ideas falsas y encontrar una verdad sobre la realidad que nos concierne. Como resultado, de este saber procede la base de todas las ciencias, tanto naturales y físicas, así como también morales y políticas, y de las principales manifestaciones de la civilización humana.

Todo ello influye enormemente en la libertad de pensamiento. Pues sin la razón, la crítica y la reflexión, el hombre queda sumido en un mundo materialista y lleno de prejuicios, en el que él, ignorante, desconoce qué es lo bueno y lo que no, sin siquiera preguntarse sobre su propia naturaleza. Como consecuencia, queda a merced del control total de los medios de comunicación y demás empresas y entidades de gran poder económico y social, creyendo erróneamente que es libre, cuando sucede todo lo contrario.

Es aquí, donde las sociedades movidas por el materialismo y la economía, ven amenazados sus omnipotentes fines utilitaristas –en los que la producción de ganancias es el único medio para alcanzar la felicidad-, y deciden menospreciar y sobreponerse al uso de la razón, promoviendo con ello la automatización obediente.

Así pues, como conclusión final, la utilidad de la filosofía reside en el deseo de conocer y profundizar acerca de la naturaleza humana y el mundo que la rodea. De esta manera, obstaculiza la sumisión de las masas y desarrolla la autonomía humana, así como el resto de enseñanzas bajo un punto de vista científico, y finalmente, la capacidad de pensamiento libre y crítico que tanto nos caracteriza a los seres humanos.

Pues como bien dijo Sócrates, «Una vida sin examen no merece ser vivida».




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